Predicadores armados: Los curas que mataron a «rojos» y dieron gracias a Dios
muchos acudían junto a grupos de guardias falangistas. A veces marchaban de uniforme y pistola al cinto, como si fuesen imitadores del personaje del furibundo «Predicador». Bendecían las armas y a los más débiles de corazón les aliviaban sus pesares. Hubo hasta curas que fueron condecorados.
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